sábado, 27 de febrero de 2010

Tranquilidad al atardecer

Creía que yo era el único que a pesar de mi edad, bien entrado en los cincuenta, seguía metiéndome en laberintos difíciles de salir por defender ideas o posiciones que no son siempre políticamente correctas en mi trabajo. Una de las últimas entradas de mi amigo el Búho me ha consolado y me ha sacado de mi egocentrismo. El Búho trata el asunto del lenguaje y género, dando opiniones que muchos de nosotros compartimos, aunque tenemos la prudencia de decirlo en el café. Yo no tengo más remedio que reconocer su valentía y ofrecerle un remedio para sosegar el alma en tiempos difíciles.

Al final de un día agitado suelo degustar una copa de Jerez o Málaga dulce y olvidarme de las discusiones. Soy de los que opina que cuando algún gurú americano de los que marcan tendencia en el mundo del vino descubra los moscateles de Málaga o los ‘jereces’ abocados, se nos va terminar el chollo de su relación calidad precio. Estos vinos son de los más originales del mundo y, además, según recientes informes médicos tiene altas propiedades anticancerígenas y contra el colesterol. Otro chollo.

Le recomiendo al Búho que beba al atardecer una copa del vino de Málaga “Zumbral”. Es un vino de uvas Moscatel de viñedos viejos situados en suelo de pizarra en una zona montañosa de la Axarquía. Una vez recogida la uva se pone durante quince días en los paseros para asolearla. Una vez lograda la alta concentración de azúcares deseada para obtener un mosto adecuado, la uva va a la bodega para su prensado y elaboración. El vino tiene un envejecimiento de 12 meses en barrica de roble americano y alcanza una graduación de 15º. El resultado es un baño soleado de uvas pasificadas, frutos secos y miel. Presenta un color yodado y maravillosa boca, de gusto amplio, untuoso y caramelo malvavisco, que evoluciona agradablemente sin ser demasiado dulce. Tiene un final largo y muy agradable. Un trago aromático y goloso para tomar al atardecer y olvidar escaramuzas dialécticas.

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martes, 9 de febrero de 2010

Educar chefs o cocineros

Durante la primera semana de febrero he tenido la oportunidad de compartir reflexiones sobre la docencia universitaria con el director del Centro Internacional de Casos del Politécnico de Monterrey (México). Ha estado impartiendo un curso sobre docencia universitaria basada en el análisis de casos. Esta metodología activa de enseñanza pretende que los estudiantes aprendan el contenido del curriculum analizando casos reales relacionados con su futuro profesional. Se trata de que aprendan a analizar escenarios y estudien los conceptos de forma que puedan tomar decisiones competitivas.

Estas metodologías de enseñanza han surgido de la exigencia de las Sociedades Desarrolladas de formar profesionales universitarios que no sólo memoricen conocimiento, sino que sean creativos en la aplicación de esos conocimientos. Esto permite desarrollar patentes, ser innovadores en las empresas y desarrollar una sociedad basada en el conocimiento. Ya hay estudios que aportan evidencias de que, por ejemplo, en ingeniería más de la mitad de los contenidos aprendidos en la carrera son obsoletos a los cinco años.

La Sociedad y las autoridades universitarias deben decidir si quieren una enseñanza basada en formar profesionales competentes y creativos o, al contrario pretenden formar profesionales que sepan repetir y copiar lo ya conocido. En definitiva, queremos una universidad que forme chefs creativos que generen nuevas ideas o bien, cocineros que sepan replicar las recetas ya conocidas. La elección del camino marcará el tipo de sociedad y mano de obra que queremos para nuestro país. Desde hace décadas mi elección es clara, metodologías de enseñanza activas para profesorado actualizado en su docencia y alumnado comprometido con sus estudios. El continuar con una enseñanza universitaria transmisiva de conocimientos ‘cerrados’ nos llevará a un país de segunda división.

Pero no todo ha sido trabajo. He compartido con el profesor mexicano algunos buenos momentos de mesa y mantel. Uno de estos momentos nos llevó a degustar un Marqués del Riscal reserva 2001. La bodega Herederos del Masqués del Riscal no necesita presentación. El hotel construido en El Ciego por el arquitecto Frank Ghery forma un conjunto espectacular y bello que merece una visita más allá de la atracción de unos vinos que siempre son de calidad media-alta. Un fin de semana en el hotel es absolutamente recomendable.

MARQUÉS DEL RISCAL 2001. Reserva

Bodega Herederos de Marqués del Riscal
D.O. Rioja
Uvas: 10% Graciano y Mazuelo, 90% Tempranillo
Período de crianza: 26 meses en barrica de roble americano
Precio en bodega: 15,85 €
Nota: 9

NOTA DE CATA

El vino ofrece intensos aromas a compota de frutos rojos y ciruelas pasas, con una leve nota balsámica y de madera. La presencia del roble está bien fundida con el fruto. El color es un color cereza con tendencia al rubí en el borde. Un tinto de hermosa estructura, dotado de sensaciones dulces que lo hacen redondo en boca. Un trago sutil.

Este vino me ha reconciliado con la marca, ya que en mi última visita como ‘turista’ a la bodega en el verano de 2009, me sacaron para probar un reserva 2005 lleno de aristas en el gusto y de corto bouquet. Está claro que el paso del tiempo le sienta muy bien a este vino o bien, el vino de degustación está seleccionado para ‘turistas’. Lo último sería una desafortunada política comercial.

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